Es posible que pienses que la idea de que vivamos en una simulación por ordenador es o un chiste, o las divagaciones incoherentes de un insensato borrachín. No es nada de eso.
Acabas de leer en el Prólogo de este libro lo que piensa de ello Neil DeGrasse Tyson, y él es uno de los astrofísicos más respetados, más conocidos y más condecorados que haya habido nunca. Esto es lo que Wikipedia dice sobre Neil DeGrasse Tyson:
Tyson estudió en la Universidad de Harvard, en la Universidad de Tejas en Austin y en la Universidad de Columbia. Entre 1991 y 1994 fue adjunto de investigación postdoctoral en la Universidad de Princeton. En 1994 entró en el Planetario Hayden como científico de nómina, así como al profesorado de Princeton como científico investigador visitante y conferenciante. Desde 1996 fue el director del área Frederick P. Rose del Planetario Hayden en el Centro Rose para la Tierra y el Espacio en Nueva York. Dicho Centro es parte del Museo Norteamericano de Historia Natural, y allí Tyson fundó en 1997 el departamento de Astrofísica y es investigador adjunto de ese departamento desde 2003.
En 2001 Tyson trabajó en el comité gubernamental para el futuro de la industria aerospacial de los Estados Unidos y en el comité para el proyecto “Luna, Marte y más allá”. Ese mismo año fue galardonado por la NASA con la medalla a los Servicios Públicos Eminentes. Desde 2006 hasta 2011 presentó el programa de televisión “NOVA ScienceNow” en la cadena PBS[i]. Desde 2009 Tyson ha venido presentando el podcast semanal “StarTalk”; una serie derivada de ella, llamada también StarTalk, empezó a emitirse en National Geographic en 2015. En 2014 presentó la serie de televisión “Cosmos: una odisea del Espaciotiempo”, que fue la sucesora de la serie de Carl Sagan en 1980 “Cosmos: un viaje personal”. En 2015, la Academia Nacional de las Ciencias de los Estados Unidos galardonó a Tyson con la medalla al Benefactor Público por su “extraordinario papel al estimular al público hacia las maravillas de la Ciencia”.
No, Neil DeGrasse Tyson no es un insensato borrachín, y tampoco lo es David Chalmers, catedrático de Filosofía de la Universidad de Nueva York. En 2007, Chalmers atribuyó un 20% de posibilidades de que vivamos en una simulación. Posteriormente, en 2016, ni siquiera diez años después, Chalmers dijo que creía que esas posibilidades de que vivamos en una simulación eran ahora del 42%. No estoy seguro de por qué cambió de opinión, pero lo importante es que la idea de que vivamos en una simulación tampoco es un chiste, ciertamente.
Ron Garret, antiguo ingeniero de software en el Jet Propulsion Laboratory[ii], dice que «personalmente me parece que me inclino más hacia el punto de vista de la información teórica, y que creo que el Universo en el que existo es una simulación buenísima, de muy alta calidad».
Y, según se dice, incluso analistas del Bank of America han planteado que hay entre el 20 y el 50 por ciento de posibilidades de que nuestro mundo sea una realidad virtual al estilo Matrix, y de que todo lo que experimentamos sea sólo una simulación.
Probablemente el más famoso personaje (no siendo un físico) en expresar su opinión sea Elon Musk, ingeniero y emprendedor tecnológico, fundador, director ejecutivo y diseñador/ingeniero jefe del proyecto SpaceX; director ejecutivo y creador de producto en Tesla, Inc; fundador de la compañía Boring; cofundador de Neuralink, y cofundador copresidente inicial de OpenAI[iii]. Fue elegido como miembro de la Royal Society en 2018. En diciembre de 2016 fue clasificado con el número 21 en la lista Forbes de las personas más poderosas del mundo, y quedó empatado en la primera posición de la lista Forbes de los líderes más innovadores de 2019. Tiene un patrimonio neto de 23.600 millones de dólares y figura en posición número 40 de la lista Forbes de las personas más ricas del mundo
Musk ha dicho: «Hace cuarenta años teníamos el Pong[iv], que eran dos rectángulos y un punto. Allí era donde estábamos entonces; ahora, cuarenta años después, tenemos simulaciones fotorrealistas en 3 dimensiones con millones de personas jugando simultáneamente, y mejoran cada año. Y pronto tendremos realidad virtual, y tendremos realidad aumentada, y si uno supone un incremento mínimo en las mejoras, entonces los videojuegos se volverán indistinguibles de la realidad».
Pero la cita más famosa de Musk sobre este tema, que él mismo ha repetido a menudo, es: «Hay sólo una posibilidad entre mil millones de que esto sea una realidad basal». La “realidad basal” no es una simulación, sino el hogar basal donde se crean todas las simulaciones, y ese es el único mundo “real”. Fundamentalmente, lo que dice Musk es que hay 999 millones y pico de posibilidades contra una de que vivamos en alguna de esas simulaciones y no en la realidad basal.
Rich Terrile, experto informático para la NASA, está de acuerdo con eso y cree que en el plazo de unos 10 años tendremos ordenadores que serán capaces de simular una vida humana que dure unos 80 años. Incluiría todos los pensamientos que tuviera la persona simulada, y ésta no sabría que estaba en una simulación. Por lo tanto, puede que eso sea lo que estás experimentando ahora mismo: tu vida es solamente una simulación en primera persona, y todo lo demás que haya en ella se crea mediante líneas de códigos. Entonces, si nosotros tendremos esa capacidad en 10 años, ¿cuántas otras civilizaciones podrían tenerla ahora mismo?
Por supuesto, no todos los físicos están de acuerdo…
«¿Es posible lógicamente que estemos en una simulación?, sí. ¿Estamos probablemente en una simulación?, yo diría que no», ha dicho Max Tegmark, catedrático de Física del MIT[v], que ha situado las posibilidades en un 17%. Y dijo también: «En primer lugar, para hacer ese argumento tenemos que saber cómo son las leyes fundamentales de la Física allí donde se hacen las simulaciones. Y si nosotros estamos en una simulación, entonces no tenemos idea alguna de qué son las leyes de la Física. Lo que yo enseño en el MIT serían las leyes de la Física simulada».
Lisa Randall, física teórica de Harvard, es todavía más escéptica. Dijo: «No veo que haya realmente argumentos para ello. No hay evidencias reales. También es mucha soberbia pensar que nosotros terminemos por ser algo que al final es una simulación».
James Sylvester Gates (catedrático de Física en la cátedra John S. Toll de la Universidad de Maryland, ya jubilado) ha dicho que él coloca las posibilidades de que vivamos en un universo simulado en el 1%, lo que es un tanto extraño porque al doctor Gates se le acredita ampliamente por haber encontrado la evidencia matemática de la Hipótesis de la Simulación, con su descubrimiento del código corrector de errores de bloque binario de doble nivel auto-dual, encontrado en las ecuaciones de la Teoría de Cuerdas, las matemáticas que utilizamos para describir el Universo.
Riccardo Manzotti, catedrático de Filosofía de la Universidad IULM de Milán (que posee también un doctorado en robótica), tiene el problema de que la hipótesis supone que sea siquiera posible conseguir una realidad virtual indistinguible de la realidad misma. Manzotti nos dijo: «En realidad, es bastante increíble a cuánta gente se le embauca con la idea de una realidad inmaterial simulada. Es imposible vivir en una realidad simulada sólida, porque no existe tal cosa como una realidad simulada sólida. Ni siquiera hay una realidad simulada opuesta a la realidad como tal. Todos los casos de simulación se construyen utilizando propiedades físicas reales».
“Todos los casos de simulación se construyen utilizando propiedades físicas reales”, muy posiblemente sea esa la razón subyacente que explica por qué tantos otros físicos muy conocidos y respetados hayan llegado a la conclusión de que vivimos en un holograma, pero no dan el siguiente paso de decir que vivimos en una simulación.
¿Qué es eso de que físicos muy conocidos y respetados han llegado a la conclusión de que vivimos en un holograma? ¿Quiénes? ¿Y cómo ha ocurrido eso?
En realidad, la idea surgió desde las investigaciones hechas sobre los agujeros negros. Imagina que metemos un montón de documentos en una trituradora de papel. Aunque estén cortados en trozos pequeñitos, la información presente en las hojas de papel aún existe. Se ha cortado en trocitos, pero no ha desaparecido, y dada la suficiente cantidad de tiempo los documentos podrían reconstruirse de manera que uno sabría lo que estaba escrito originalmente en ellos. Esencialmente, se creía que eso era igualmente cierto para las partículas.
Pero había un problema: si un agujero negro desaparece con el tiempo –como es bien conocido que descubrió Stephen Hawking en 1974–, entonces la información presente en cualquier objeto que hubiese sido absorbido por él, aparentemente desaparece también. Pero en un mundo cuántico, la ley de conservación de la información cuántica significa que la información no puede crearse ni destruirse.
Una solución a este problema fue propuesta por Leonard Susskind (catedrático de Física teórica de la Universidad de Stanford) y por el físico holandés Gerard ‘t Hooft a mediados de los 90, y consistía en que cuando un objeto es atraído dentro de un agujero negro deja tras de sí algún tipo de huella en dos dimensiones (2D) codificada en el horizonte de sucesos[vi]. Más tarde, cuando cuando la radiación sale del agujero negro (como Hawking dijo que haría) recoge la huella de esos datos. De esta manera, la información no se destruye realmente.
Y sus cálculos mostraron que justo sobre la superficie en 2D de un agujero negro se puede almacenar la suficiente información como para describir por completo cualquier objeto aparentemente en 3D dentro de él.
«La analogía en la que pensábamos los dos independientemente era la del holograma: un trozo de película de dos dimensiones que puede codificar toda la información en una región tridimensional del espacio», dijo Susskind.
Sin embargo, nada de esto era la prueba definitiva de que los agujeros negros fuesen hologramas; pero, según Susskind, los físicos reconocieron enseguida que observando el universo por entero como un objeto bidimensional, que sólo parece ser tridimensional, podría ayudar a resolver algunos problemas más profundos de la Física teórica; y las matemáticas asociadas funcionan igual de bien tanto si hablamos de un agujero negro, como de un planeta o de un universo entero.
En 1998, Juan Martín Maldacena, físico teórico del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, en Nueva Jersey, demostró que un universo hipotético podía ser un holograma. Y lo que es más, que observando este universo en dos dimensiones encontró una manera de que la idea cada vez más popular de la teoría de cuerdas –un amplio marco en el que los elementos básicos de la construcción del universo son cuerdas unidimensionales, en lugar de partículas– se alinease limpiamente con las leyes sólidamente establecidas de la Física de partículas.
Y lo que es aún más importante es que al hacerlo unificó dos conceptos enormemente importantes y dispares de la Física bajo un solo marco teórico. «El principio holográfico asoció la teoría de la gravedad con las teorías de la Física de partículas», como dijo el propio Maldacena.
Otros destacados nombres en el campo de la Física han salido desde entonces en apoyo del principio holográfico, y dicen que creen que vivimos en un holograma. Por ejemplo:
David Bohm, físico de la Universidad de Londres, cree que «la realidad objetiva no existe, que, a pesar de su aparente solidez, en el fondo el universo es un fantasma, un holograma gigante y espléndidamente detallado».
El doctor Jacob D. Berenstein, catedrático de Física teórica de la Universidad Hebrea de Jerusalén, ha dicho: «Una extraordinaria teoría llamada Principio Holográfico sostiene que el universo es como un holograma… La física de los agujeros negros –concentraciones inmensas de masa– proporciona un indicio de que este principio podría ser cierto»
Craig Hogan, director del Centro Fermilab para la Astrofísica de Partículas, ha construído un “holómetro” para descubrir el “ruido” especial que haría un universo holográfico, y ha dicho: «Si el resultado del GEO600 es lo que sospecho que es, entonces todos nosotros vivimos en un holograma cósmico gigante».
Y Karl Pribram, catedrático de la Universidad Georgetown, ha llamado a nuestros cerebros “redes de almacenamiento holográfico” y dice que: «Nuestros cerebros construyen matemáticamente la “dura” realidad dependiendo del aporte de un dominio de frecuencias».
Pero mientras los mejores y más inteligentes llegan todos ellos a la conclusión de que vivimos en un holograma, muy pocos admitirán que creen que vivimos en una simulación, aunque un holograma es una simulación. ¿Por qué no? La respuesta es fácil.
Echemos una mirada más de cerca a lo que es un holograma y a cómo se hace…
[i] Public Broadcasting System, televisión pública norteamericana
[ii] Laboratorio de Propulsión a Reacción, centro dedicado a la construcción y operación de naves espaciales no tripuladas para la agencia espacial estadounidense NASA (Wiki)
[iii] Empresa sin ánimo de lucro para el estudio de la inteligencia artifical (AI)
[iv] El primer video juego comercializado a escala masiva, se basaba en el tenis de mesa, o ping-pong
[v] Instituto Tecnológico de Massachusetss, considerado como una de las mejores universidades del Mundo
[vi] Superficie esférica hipotética alrededor del agujero negro, en la que la velocidad necesaria para escapar de su campo gravitatorio es igual a la de la luz.